miércoles, 22 de junio de 2011

2005 | Que Animal por Julio Sánchez


Que Animal, Prólogo de Julio Sánchez (Lic. en Historia del Arte)



Español
Los franceses hablan de joie de vivre (gozo de vivir) frente a los cuadros de Henri Matisse. Y una sensación análoga se saborea con los calados, los objetos y las pinturas de María Laura Pini. Nuestra artista celebra el misterio de la vida en cada una de sus escenas. Alrededor de 1486 el humanista florentino Pico della Mirandola escribió su célebre Discurso sobre la dignidad del hombre. En él afirmaba que el hombre es la única criatura que posee libre albedrío, que puede determinar su destino y con el ejercicio de esta voluntad alcanzar el estado angélico. “Y es justamente por este motivo que el hombre ha sido considerado y juzgado, con toda razón, como un gran milagro y como una criatura realmente maravillosa”, afirmaba Pico. Esta fe optimista del Renacimiento italiano es la misma que sustenta el potencial de María Laura. Ella eligió el camino del ascenso; y la prueba está en estas obras que presenta en la galería Isidro Miranda.
En todas ellas hay un desborde de vida. Una mujer le cuenta su historia a la psicoanalista mientras gesticula con los brazos y las piernas; más que una sesión de psicoterapia parece una clase de gym. En su relato no parece existir un complejo de Edipo mal resuelto, más bien, un caos creativo que no encuentra su cauce. Es tanto lo que hay para contar que la analista se retira hacia atrás como cuando pasa un tren y se recibe el impacto de su velocidad. Otra mujer va al supermercado. Más que un paseo de compras parece una comedia de Aristófanes; lo cotidiano se convierte en contienda, en una batalla circense entre el consumidor y la mercadería: una bruja va de compras, ¿hace magia para que le alcance el dinero?, ¿o busca una escoba para volar y calabazas para Halloween? Cuando vemos un pollo descorazonado que se despide de su familia que va derecho al espiedo no sabemos muy bien si ese es un supermercado o un aquelarre. El mismo Jerónimo Bosch podría haber dibujado el Flautista de Hamelín creado por María Laura, ese que arrastra consigo un séquito de ratitas tan felices como desorbitadas.
No hay duda que el fuerte de María Laura es la narración y la creación de personajes. Nuestra artista ha optado por una técnica más artesanal; además de la pintura y el objeto, echa mano de la madera calada. Este recurso literalmente le da aire a las escenas abigarradas, y tiene el encanto adicional de lo lúdico, como si sólo un adulto con corazón de niño pudiera emplearla. Otorga la posibilidad de una filigrana, de un trabajo de orfebrería y logra efectos impensables. No hay más color que el local y la línea es el motor de la composición; es dinámica hasta la exasperación, conduce el ojo del espectador a un tobogán, a una montaña rusa. Todo esto sin olvidar un marco contenedor, lo que no evita que un inquietos personajes se escape de tanto en tanto...
En cada una de las obras de María Laura el sentido de la narración es tan fuerte que el instante breve de la observación equivale a un libro de cuentos. La acción es tan vívida que uno espera en el justo momento en que uno vuelve la espalda, toda esa combinatoria de imágenes se torne realidad. Mi fantasía me dice que el arqueólogo del futuro, aquel que encuentre las obras de María Laura, va a pensar que sus maderas caladas, sus objetos y sus pinturas eran parte de un grandioso retablo, de un altar, en el que se veneraba lo mejor de la vida: el estar vivo.

English
The French say “joie de vivre” (the joy of life) when they see the work of Henri Matisse. A similar sensation may be felt with the carvings, objects and paintings of the artist Maria Laura Pini.
This artist celebrates the mystery of life in each one of her scenes. Around 1486, the Florentine humanist, Pico Della Mirandola, wrote his renowned speech on the dignity of men. He supported that men were the only creatures who possessed freewill, capable of determining their destiny and reaching a holy state through their freewill. “And this is the reason why man has been considered and judged, with ample justification, a great miracle and a truly marvelous creature”,  sustained Pico. The optimistic faith of the Italian Renaissance is the same thrust that pushes Maria Laura’s potential. She has chosen an ascendant direction; and the proof is in the works shown at Isidro Miranda.
There is a spill of life in all of them. A woman tells her story to a psychoanalyst with great movement of her arms and legs; it makes it look more like a gym class and not a psychoanalytic session.  We do not seem to find in her story an unsolved Oedipus complex, it is more like an outburst of creative chaos which does not seem to find its way. There is so much to tell that the psychoanalyst moves back, like we do when the train passes and we receive the impact of speed. Another woman goes to the supermarket. Her shopping is more like a comedy by Aristophanes; everyday life turns out to be a struggle, in a circus battle between consumer and goods: a witch is shopping, is she using her magic to make ends meet?, or is she looking for a flying broom and a Halloween pumpkin? When we see a heartless chicken that waves his family goodbye and goes directly into the fire, we do not know whether this is a supermarket or a witch reunion. Even Geronimus Bosch could have drawn the Pied Piper of Hamelin created by Maria Laura Pini, the one followed by an army of rats, looking happy as well as excited.
There is no doubt that the talent of Maria Laura is narration and the creation of characters. Our artist has chosen handcraft techniques; besides paint and objects, she carves wood. This technique literally gives air to crowded scenes, and has the additional excitement of  the ludic appeal, as if an adult with a child’s heart could only apply it. It gives her the chance to create a filigree, a jewel and produces unthinkable effects. There is no more color than the local one and lines are the gearings of the compositions; it is outrageously dynamic, it drives the spectators´ eyes to a slide, to a roller coaster. All of this without depriving it of a containing frame, although the frame does not prevent the occasional escaping of one of the characters……There is such a strong feeling of narration in each one of Maria Laura’s works,  that the brief moment of observation is equivalent to a book of stories. The action is so lively, that one expects the whole combination of images to turn true, as you turn your back on the story.
My fantasies tell me that the archaeologist of future times, who will make the findings of Maria Laura’s works, will conclude that her carved woods, objects and paintings, were part of a great  altar, in which to honor the best of life: being alive.